La Contracrónica: Maga @ Sala Aftasí (05/06/10)

Texto: El Tesorero

Imágenes: Lucía Babiano.

Por problemas de coordinación y por hacerse caso de su novio antes que de mí, La Mujer Esponja ha publicado su complaciente crónica cuando yo ya la tenía escrita y sólo estaba a la espera de que mandase sus fotos; no sólo no me las mandó sino que además se fue a la playa. O sea, todo un complot.

Por todo ello, publico mi contracrónica, por supuesto mucho más coherente e imparcial, y paso de sus fotos para ilustrar la entrada con las geniales tomas de Lucía Babiano (que seguramente no me hubiese dado permiso de utilizarlas si hubiese sabido el deleznable contenido de mi post). Vayamos pues.

Aviso: No soy muy fan de la banda sevillana; de hecho soy el menos fan de todos los que escribimos aquí. No me toméis muy en cuenta la basura vertida en este post.

Aviso también: Aunque parezca mentira, ésta es una buena crítica (en cuanto a la banda, ya sabemos que mis review son una mierda).

Mucho flequillo y mucha gafapasta para recibir al trío (cuarteto para la ocasión) sevillano Maga, que a base de buenas canciones, sobre todo en las letras, y del buen hacer en sus directos, se han ganado una buena legión de fanes de los de saltar y corear hasta en las canciones más sosas (que las tienen). Ya lo recordaba su front man Miguel Rivera, cuando en su última actuación en la capital pacense (en la Sala Mercantil, allá por el 2006) apenas se congregaron una veintena de incondicionales. Así con todo, unos tres cuartos del aforo de la Sala Aftasí (una cifra nada desdeñable) a 10€ por barba sin consumición (cifra tampoco desdeñable) dan buena cuenta de la consolidación de la banda sevillana como una de las más queridas del panorama nacional.

Miguel y compañía subieron al escenario pasada la media noche, y abrieron repertorio con “Una piel de astracán”, clásico hiperconocido de la banda que sirvió para darnos a entender que no se iban a limitar a soltar el chorrazo del disco y que irían pasando por sus mejores éxitos para delicia de sus incondicionales, algo que se agradece en un concierto que corría el peligro de volverse aburrido y monótono (riesgo muy alto, reconozcámoslo, cuando se trata del más bien pasable último trabajo de la banda).

Los sevillanos tiraron de buen oficio y gracia andaluza para levantar el concierto desde el principio, con un Miguel enchufado y comunicativo con ese salero que tanto nos gustan a los extremeños “del sur”. La actuación fue técnicamente correcta, salvo algunos desajustes vocales al principio; los arreglos instrumentales, sencillos pero adecuados para una propuesta como la de Maga, de pop cotidiano donde prima la calidad de sus letras y el mensaje a transmitir con ellas. Lejos parecen haber quedado las bases electrónicas de otras épocas.

Del repertorio, Miguel apuntó a “La Balsa” como la mejor del último disco, aunque temas como “Hoy” y “Sal y otras historias” fueron coreadas con mayor énfasis por los incondicionales de la banda. Por otro lado, de sus trabajos anteriores interpretaron canciones de sobra conocidas como “Agosto esquimal”, una versión un tanto ñoña de “Astrolabios” y un bis-bis más contundente con “Piedraluna” como tema de cierre.

En definitiva, que se agradece (de todo corazón) la buena predisposición del grupo a la química con el público, con continuos comentarios y agradecimientos entre canción y canción; también la acertada configuración del setlist, con varios de sus temas de más éxito intercalados con los de su último trabajo, para contento de sus seguidores de mayor recorrido. Sin embargo, y a pesar de todo esto, no pudieron evitar que, a nivel global y sin poder señalar aspectos concretos, la actuación resultase un tanto plana para aquellos “no tan incondicionales” de la banda, echándose en falta cosas como una mayor versatilidad en la interpretación, otros recursos más allá de la simple versión acústica del tema X, o momentos de tensión in crescendo que sólo se vieron para el último tema de la noche.

Los fans más talibanes de los sevillanos sin duda disfrutaron de lo lindo de la actuación, y pondrán en tela de juicio mis (humildes y personales por otro lado) valoraciones, pero estoy convencido que buena parte del aforo presente que, como yo, acudía a la Aftasí sin tanta predisposición, quedó un tanto desangelada y cuanto menos fría ante el desarrollo monocorde del concierto.

La velada se cerró con la sesión de Tokio DJ, más convencional que otras veces en la selección del repertorio, aunque siempre acertado a la hora de valorar el estado de ánimo del público de la sala.