Los Coronas, la banda madrileña que junto a Arizona Baby realizaron la gira “Dos bandas y un destino” y posteriormente la formación Corizonas, es un grupo sin complejos y que no se andan con tapujos. Y es que hay que tener mucha seguridad en sí mismo para combinar Dick Dale con Paquito el chocolatero y quedarse tan anchos. Seguridad y mucho estilo, para que este ejercicio de fusión no se convierta en una patochada como a las que nos tiene acostumbrados el panorama independiente español.
Su planteamiento no es baladí, y sus argumentos para mezclar ambas fuentes resultan a priori incontestables; los artistas clásicos norteamericanos se han “apropiado” de la etiqueta de música de raíces, y con demasiada frecuencia se nos llena la boca con las fuentes anglosajones de las que beben nuestros artistas nacionales. Pero la verdad es que absolutamente todos los artistas de nuestro país han nacido y crecido en mayor o menos medida al amparo de nuestra música folclórica, la canción española, la copla, el pasodoble… Está en nuestras venas y quién somos nosotros para renegar de ello.
Los Coronas no reniegan en absoluto, y lo saben conjugar perfectamente con los estilos que abanderan en sus discos: el surf, el western, el country, la América profunda, el rock de los 60… El resultado, ejecutado técnicamente de manera impecable y sazonado con ese saber-estar que destilan, es un magnífico espectáculo en el que todos sus miembros brillan en conjunto y por separado, llevados de la mano por un Fernando Pardo que en nuestra redacción hemos descubierto recientemente como uno de los grandes showman de la música nacional (entendido en el buen sentido, por supuesto).
Pero siendo honrados con Los Coronas, debo decir que su actuación planteó dilemas. Aunque personalmente me lo pasé como los enanos (realmente hacía tiempo que no disfrutaba tan infantilmente de un concierto), hubo opiniones encontradas entre el público que planteaban el debate sobre si estos músicos tan brutales (todos les reconocen su enorme talento) tienen que avenirse a hacer este tipo de música (fusionar géneros tan alejados en el espectro musical) y este tipo de conciertos (plagados de versiones imposibles y con ningún o casi ningún tema propio), como fue el de ayer. Al final es cierto que la sorpresa de descubrir tal o cual tema versionado se pierde, y que tras más de dos horas de concierto (ojo, algo que jamás debe ser motivo de crítica, sino todo lo contrario) el ritmo parece precipitarse y volverse monótono y plano.
Y digo que es un dilema porque al final a la banda no se le puede reprochar nada, sus miembros estuvieron entregadísimos y dieron auténticas lecciones magistrales de actitud y –sobre todo– de talento. La interpretación a nivel técnico fue soberbia e impecable, y sólo estuvo desmerecida por algunos problemas de sonido de la sala (o del técnico de la banda, no lo sabemos).
En cualquier caso, y dejando aparte los dilemas y debates entre los más exigentes y culofinos de los asistentes, lo cierto es que Los Coronas se presentaron como una de las bandas que mejor llenan y más provecho sacan de este escenario de entre todas las que han visitado la Sala Aftasí. Su electricidad se extendió desde el suelo hasta el techo, pasando a través del público como si fueran metales conductores que no pudieron evitar bailar, corear y estremecerse ante el surf nacionalizado de Los Coronas. Un talento –el de arrancar del suelo al muy frío público pacense– al alcance de muy pocos. Y aunque sólo sea por eso, yo les doy mi enhorabuena.
PD: No he querido comentar hasta ahora una última cosa: Los Coronas son una banda instrumental, un detalle en mi opinión menor que sin embargo puede llenar de prejuicios y marcar desde el principio el desarrollo de una crónica. Al final, la propia ausencia de vocalista no es más que otro recurso estilístico más, como cantar en inglés o utilizar sintetizadores (o sacar fotos en blanco y negro). Y es cierto que quizás este hecho les ayude o les perjudique de cara al público, pero en todo caso se trata de otro infructuoso debate en el que no estoy dispuesto a entrar, ni como aficionado ni como bloguero. Por si a alguien les queda alguna duda de su capacidad como banda total, ya nos regalan el tema “Hiedra venenosa” con Loza como vocalista; pero la conclusión es que ellos son una banda instrumental porque han decidido serlo, no porque se hayan visto “abocados” a ello.
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