Buenos días y bienvenidos al Podcast de El Gallo Verde
Hace años, en las páginas de El Jueves, se publicaba una sección a cargo de Monteys y Fontdevilla que se titulaba ‘Para ti, que eres joven’ en la que se analizaban en tono de humor diferentes aspectos de la vida cotidiana. En una de sus tiras se dedicaron a analizar los medios de comunicación y al hablar de la verdad y la objetividad retrataron al director de un periódico diciendo muy serio que “La verdad es sagrada, la verdad es intocable,… Eso sí, usted quiere pagarnos por publicar mentiras podemos hablarlo, pero la verdad no se toca”.
Y es que en general casi todos coincidimos en que hay una verdad, unos hechos objetivos, y luego hay interpretaciones de los mismos en función de la percepción de cada uno, sus experiencias previas, sus prejuicios, sesgos e intereses,… y luego está la gente que directamente miente. Pero como decían en la tira cómica que comentábamos esas mentiras no hacen que la verdad objetiva cambie, sino que cambia lo que cada uno siente como verdad.
Discusiones filosóficas a parte sobre si la mente humana es capaz de entender la verdad o solo es capaz de acercarse a ella desde la interpretación que hacemos cada uno de nosotros, hay una verdad universal y es que “todo el mundo miente”.
En contrapartida a este axioma, Ricky Gervais estrenó en 2012 ‘Increible pero falso’ una película que partía de la premisa de un mundo en donde la mentira no existe, las personas no pueden decir nada que no sea verdad, las películas en realidad son sólo locutores leyendo textos históricos, los anuncios de la tele son horribles, y en esa misma línea tampoco existe las novelas o la religión. Tampoco la autocompasión, ya que no puedes ni mentirte a ti mismo y sabes exactamente lo que piensan los demás porque, en este mundo, nadie se guarda sus opiniones para sí mismo.
Ante esta premisa, el personaje que interpreta Ricky Gervais, al ir a sacar dinero del banco no funciona el sistema informático y al preguntarle la cajera cuánto dinero quiere dice la primera mentira de la historia y afirma que tiene más dinero del que en realidad hay en la cuenta. Cuando se restaura el sistema se ve que hay una discrepancia, pero, dado que las personas no pueden mentir, la cajera le da el dinero que pedía. A partir de entonces se da cuenta de las ventajas que le da el poder mentir.
Y eso fue lo que pasó en nuestro mundo, solo que hace miles de años, un ser humano decidió decir algo que no se correspondía con la realidad y vio que sacaba un beneficio y de ahí siguió mintiendo y mintiendo y construimos una sociedad en la que la mentira está tan integrada en nuestro día a día, que se estima que leemos u oímos unas 200 mentiras al día.
Hay mentiras universales, algunas de ellas se crearon con la difusión del cine de Hollywood, otros son errores tipográficos en la impresión de libros que luego tuvieron una gran difusión y otros ha contribuido a difundirlos la propia naturaleza viral de Internet en la que un click vale más que mil verdades.
Por ejemplo, una de estas mentiras es la de que Van Gogh se arrancó una oreja porque estaba fatal de lo suyo, pero lo que realmente ocurrió, según declararon los académicos alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans, fue que el también pintor Gauguin quien, en una discusión, le seccionó parte del lóbulo izquierdo con una espada. ¿Por qué quién no se ha enfadado con un colega y le ha pinchado un poco con un cuchillo? Aún así Van Gogh le contó a la policía la versión de la autolesión para que Gauguin no pasase la noche en el calabozo o algo peor.
Otra idea muy popularizada es que el velcro lo inventó la NASA, cuando en realidad su inventor fue el ingeniero suizo George de Mestral que analizó al microscopio las semillas que se le adherían a la ropa durante sus paseos campestres y descubrió que sus puntas eran diminutos ganchos que hacían tan difícil despegarlas de la ropa. Mestral replicó este sistema en las tiras adhesivas que usamos hoy en día y fue en los años 60 cuando la NASA decidió incorporarlo en el equipamiento de los astronautas para ofrecerles un forma fácil de ponerse o quitarse los uniformes en gravedad 0 y de ahí surge la idea de que lo inventaron en la NASA.
Tampoco se puede ver la Muralla China desde el espacio, una idea que se forja en los años 30 por su aparición en varios libros que glosaban las maravillas y records de diferentes campos, que se pasaron un poco en sus exageraciones, pero Neil Amstrong ya lo desmintió al volver del primer viaje lunar, y, si eso no bastara, el astronauta chino, Yang Liwei, afirmó en 2003 que la Gran Muralla no se podía ver desde el espacio a simple vista por mucho que abramos los ojos, aunque creo que a su gobierno no le sentó muy bien que acabase con este mito.
Mentir bien es un arte, y hay quien lo ha perfeccionado hasta convertirlo en un modo de vida o por el contrario ha agudizado su percepción para hacer de su profesión el descubrir a los mentirosos sólo por sus gestos, sus muletillas, por cómo dicen lo que dicen o por lo que no dicen.
Casi todas las fuentes que he consultado coinciden en una cosa, si vas mentir tienes que seguir estas pautas:
- No dar más detalles de los necesarios, a veces ponemos tres excusas como para hacer un montón que nos cubra, cuando con una sola ya bastaba.
- Envolver la mentira entre verdades, que nos ayudan a crear detalles reales que no nos tengamos que inventar y evitar caer en una bola de nieve de mentiras.
- Y no improvisar. Tener clara nuestra historia, y contárnosla a nosotros mismos hasta que creamos totalmente en ella. Si improvisamos caeremos en incogruencias y nos pillarán.
Siguiendo esas pautas entraremos con buen pie en el camino de los mentirosos pero todavía nos queda controlar nuestro subconsciente y es que, nuestro lenguaje corporal nos delata cuando mentimos: evitamos las miradas, movemos las manos en exceso, tragamos más saliva o manipulamos objetos para distraernos porque en el fondo nuestro cerebro sabe que estamos siendo unas ratas traicioneras.
En resumen se puede decir que el mejor mentiroso es el que mejor sabe callar. Javier Marías explica muy bien este concepto de callarse, o al menos, decir lo menos posible en su libro “Fiebre y Lanza” al hablar de los acusados por la justicia…
Porque lo que se dice al acusado viene a ser esto: ‘Si declaras algo que nos convenga o sea favorable a nuestros propósitos, te creeremos y te lo tomaremos en cuenta, y contra ti lo volveremos. Si por el contrario alegas algo en tu beneficio o defensa, algo para ti exculpatorio y para nosotros inconveniente, no te creeremos nada y serán palabras al viento, puesto que el derecho a mentir te asiste y damos por descontado que a él se acoge todo el mundo, esto es, todos los criminales. Si se te escapa una afirmación que te inculpe, o caes en contradicción flagrante o confiesas abiertamente, esas palabras tendrán su peso y obrarán en tu contra: las habremos oído, las registraremos, tomaremos nota, las daremos por pronunciadas, quedará de ellas constancia, las incorporaremos al expediente, y serán tu cargo. Cualquier frase que ayude a exonerarte, en cambio, será ligera y será desechada, haremos oídos sordos y caso omiso, no contará, será aire, humo, vaho, y en tu favor no obrará nada. Si te declaras culpable, lo juzgaremos cierto y lo tomaremos en serio; si inocente, tan sólo a broma y a beneficio de inventario’. Se da así por supuesto que tanto el inocente como el culpable se proclamarán lo primero, luego si hablan no habrá distinción entre ellos, quedarán igualados o nivelados.
JAVIER MARÍAS, Tu rostro mañana. 1.Fiebre y lanza, 2002
Y hasta aquí nuestras mentiras de hoy ambientado gracias a las maravillosas composiciones:
Todo el mundo miente, de las Dianas
Mentiras, de Adiós Amores
Y No sabes mentir de Cupido
Nos vemos la semana que viene, de verdad, no os miento.