Hace ya unos cuantos veranos llegó a mis oídos el debut de Linda Mirada, A.k.a. Ana Naranjo, y se convirtió en una de esas referencias musicales permanentes a las que terminas volviendo una y otra vez. Ahora, se amplia este pequeño mundo sonoro que ha construido.
No voy a ser tan atrevido como para afirmar que «nadie en España» hace algo parecido a lo que se muestra en «Con mi tiempo y el progreso» (Discoteca Océano 2012), pero es innegable que Ana ha sabido construir un sonido particular y propio, con una ‘textura’ única, marca de la casa en la que se mantienen los sonidos electrónicos. Hay que escucharlo con auriculares para captar bien todos los matices que construyen esta atmósfera especial.
Es la historia de un verano adolescente, o el reflejo de muchos de esos veranos, que empieza con un viaje a la costa, y en el que se experimentan todo tipo de sensaciones. En casi todas las canciones hay un deje de nostalgia (tienen un aire a canciones familiares sin que seas capaz de identificar cuál) pero nada de sensiblería y las imágenes que dibuja Ana con las letras tienen la fuerza de la sencillez y la habilidad de hacerte sentir identificado con cada situación.
Los hits, (para mi gusto)
Secundario: Una historia de amor o de cabezonería, mantenerse unido a alguien por mantener la inercia o por no saber qué otra cosa hacer. A pesar de que la pareja se haya convertido en «un chiste malo».
Aire: La historia de una de esas noches de verano, en lo que todo se va de las manos. Con un toque africano/tropical (a pesar de lo que me repelen esas palabras) que consigue crear un ambiente realista, de expectación sobre qué es lo que va a pasar esa noche, que todos hemos vivido y que es inevitable rememorar.
De buena familia, de barrio residencial: Viviendo, y sobre todo, habiendo crecido, en una de esas «ciudades de provincia» que se mencionan al inicio del tema, ¿cómo pueden alguien no sentirse identificado? El que no haya vivido nunca una historia como esta miente descaradamente. Inevitable terminar tarareándola «Uaiuaaa uaiuaaaaaaa».
La Playa: Esta canción avanza con el ritmo pausado pero constante de lo inevitable, del que no tiene prisa por dar el siguiente paso porque ya sabe qué es lo que va a pasar, y desea que pase. Del que sabe que cuando te hablan «de ir de mochilero por el Tibidabo» no te están hablando de turismo (si no pillas la referencia, definitivamente, eres demasiado joven).
Conclusión:
Este disco tiene la habilidad de hacerte recordar, de sacar de tu cabeza emociones e imágenes que hace tiempo que tenías guardadas. Causa el mismo efecto que descubrir un álbum con las fotos de aquel verano que ni siquiera sabías que tenías en casa.
El único círculo perfecto es el imaginario, y «Con mi tiempo y el progreso» usa tus recuerdos para fabricar el verano ideal e irrecuperable. Por eso no sé si es que me gusta porque es un buen disco, o por las sensaciones que he tenido al escucharlo. En todo caso, creo que muchas de sus canciones se van a quedar conmigo para siempre.