Debo reconocer que la primera vez que escuché a Novedades Carminha no me terminaron de convencer; me acerqué a Jódete y Baila (2011) como previo a un concierto al que fui invitado por su sello discográfico, pero en aquella ocasión decidí no publicar la review no porque fuese demasiado dura (de hecho creo que a la banda le importaría un pimiento lo que yo pudiese decir de ellos), sino porque pensé que no aportaba nada al objetivo último de este blog, que es compartir la música que nos gusta y tratar de acercarla a nuestros lectores.
En esta ocasión sí que me veo en la imperiosa necesidad de compartir y recomendar Juventud Infinita (Ernie Records, 2014), un trabajo que me ha resultado sorprendente y refrescante, quizás porque mis expectativas eran más bajas cuando abrí la caja de este tercer LP de los gallegos. Los más entendidos (o ellos mismos) podrán corregirme si me equivoco cuando digo que éste es el mejor trabajo de Novedades Carminha, en el que han encontrado su lugar en el mundo y su razón de ser.
Sin abandonar el sonido lo-fi y los cánones del punk que ya seguían en sus anteriores trabajos (canciones que no pasan de los 3 minutos, estribillos machacantes y pegadizos) y abordando otros sonidos más clásicos (el pop sesentero, las baladas de los 50), muestran el equilibrio perfecto entre el costumbrismo de sus compañeros de sello Rusos Blancos y el canallismo de sus paisanos Triángulo de Amor Bizarro, sin resultar una mezcla de ellos sino un producto muy característico y singular.
Ni tan blancos como los primeros ni tan bizarros como los segundos, sus letras siguen sonando alocadas y algo desfasadas como antaño (con multitud de referencias localistas y no localistas). No hay que confundir actitud con pose, tampoco hay que echar de menos la irreverencia gratuita; en la media está la virtud, por eso no hay que achacarle a Novedades Carminha que hayan bajado el número (que no el nivel) de palabrotas e insultos. Todo está en su justa medida y parecen muy muy sinceros. Ahora suenan a ellos mismos y no a otros.
En cuanto al repertorio, han sido listos y han colocado como primer y último corte las –a mi entender– mejores canciones del álbum, “Juventud Infinita” y “Fiesta Tropical”, con lo que se entra con fuerza desde la primera escucha y se termina con un muy buen sabor de boca. Todo ello sin desmerecer a otros buenos temas como “Antigua pero moderna” o “Capricho de Santiago” que no permiten bajar el ritmo en toda la escucha. Incluyen también temas cantados en francés (un muy steteototal “Et moi, et moi, et moi”) y gallego (un “Non quito o chándal” bastante siniestrototal). Mención aparte la versión castellanizada y latinizada del “Pushin’ too hard” de The Seeds, escondida tras tres minutos de silencio en el último corte.
En definitiva, un trabajo que, aunque algunos quieran tachar de falto de frescura y actitud, a mí se me ha antojado más completo y redondo, y en absoluto poco gamberro e irreverente. Porque tomarse en serio a uno mismo no es volverse más serio y políticamente correcto, sino confiar en el talento de uno mismo sin recurrir a poses y recursos artificiales.