Canciones de la Semana


«Eso hacíamos» de Doble Pletina, canción elegida por Juan Manuel Subirán

La memoria tiene formas extrañas de trabajar, las calles, las caras, los nombres que un día fueron tan familiares para ti como tu propio nombre, un día se convierten en perfectos desconocidos. Como si en el disco duro del cerebro hubiesen formateado para siempre toda una parte de tu vida, o eso crees, porque a veces, sin saber muy bien cómo, vuelven a tu cabeza imágenes de aquel dormitorio de la casa en la que viviste durante un año y de la que apenas recuerdas detalles,  de esos batidos espumosos que hacían en un puesto callejero, y de personas, que como dicen Doble Pletina, recuerdas sus caras pero no sus apellidos.

Si el olvido es un regalo de la memoria para que recordemos que cualquier tiempo pasado fue mejor y no tengamos que vivir con el peso de toda la inseguridad, el miedo, la soledad, la incomprensión y en definitiva, todo lo malo que hemos experimentado y acumulado, también tiene su coste: olvidamos la receta de aquel bizcocho tan rico y que hacíamos con los ojos cerrados, olvidamos los chistes que nos hicieron pasar una tarde de verano, olvidamos las personas que nos acompañaron.

En el bandcamp de Doble Pletina hay muchas más canciones emocionantes y preciosas, y lo mejor es que algunas, como ésta, se pueden descargar gratis.

«La moneda en el aire» de La Habitación Roja, canción elegida por Verónica Fernández

Esta semana en uno de mis paseos casi diarios a la EOI he podido escuchar, por fin, el último disco de LHR entero. Por supuesto me ha encantado y estoy deseando verlos en directo para disfrutarlo aún más.

Esta canción es una de las que más me ha gustado. Su filosofía de carpe diem, de aprovechar y disfrutar cada momento es una gran filosofía de vida. Nunca sabemos cuando pueden cambiar las cosas e ir a peor y lo peor de todo es que no valoramos las cosas y personas que tenemos a nuestro lado hasta que las perdemos. Deberíamos hacer caso a Jorge y los suyos y comenzaran a valorar esas cosas ya.

«Grupo revelación» de Mucho, canción elegida por Manuel Domínguez

«Habéis fracasado como grupo», «Sois el peor grupo que me he encontrado en mi trayectoria profesional» y otras lindezas por el estilo han sido las frases que más han marcado una semana en la que he estado más díscolo que de costumbre. Y es que no hay nada como un enemigo común para unir a una serie de personas que en principio podrían tener más desacuerdos que puntos en común. Y si ese enemigo común se presenta como La Administración ya ni te cuento. De hecho, una de las mayores virtudes de «lo público» está siendo ésta.

A lo mejor con los grupos de música pasa lo mismo: el cantante y el guitarra no se pueden ni ver pero si la crítica dice que el disco es malo se unen con hacha y machete para defender unas convicciones que van más allá de uno como individuo.

Esta canción dice: “Porque la música ya no es lo que era, solo tendríamos que cuidar que la calidad permaneciera.”A lo mejor podríamos adaptarla a tantas cosas…

 

Dan ganas de gritar «Podríais iros todos a la mierda»

«Got me a beard», The Beards. Canción elegida por El_Tesorero.

Cuando la barba se vuelve mainstream, llevar una barbita recortada o una simple sombra de dos días se queda insuficiente para las legiones de modernos en busca constante de transgresión estética. He podido dar fe de ello en mi último fin de semana en Barcelona, ciudad cosmopolita donde las haya, donde las extravagantes modas traídas por los guiris se mezclan con el espíritu neo hippie más propio del mediterráneo balear (Ibiza, Estrella Damm y esas cosas).

El resultado, el barbudo hipster que ya todos conocemos, y que en la ciudad condal se ha reproducido hasta formar una legión de clones cortados por el mismo patrón. Incluso podría haber jurado cruzarme con la misma persona varias veces, con el mismo corte de pelo (rapado + flequillo) e idénticos tatuajes acompañando a la frondosa y descuidada -sólo en apariencia- barba de varios centímetros de espesor.

Incluso para una persona como yo, que no me afeito desde que mi abuela me dijo que me prefería sin afeitar (y si ella lo dice, quiénes son el resto de los mortales para contradecirla), tal fenómeno me ha resultado fascinante. Allí, en la ciudad de la Canaletas y del bikini de york y queso, mientras revolvía ropa en alguna tienda de origen escandinavo o revisaba discos en otra cadena de nombre impronunciable, no podía parar de escrutar a los muchos barbudos a mi alrededor, en busca de mínimos rasgos que pudieran diferenciarlos. Mientras a mi cabeza no paraba de venirme la musiquilla de este comprometido y sincero tributo a la abundante, frondosa y masculina barba. Va por vosotros.

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